Una vez que nos hemos hecho todas las preguntas del mundo habidas y por haber, es hora de hacernos otra… ¿A qué tipo de comercio quiero favorecer?
Esta es una pregunta trampa, la verdad. ¿Quedan boutiques en vuestras ciudades? En la mía, muy pocas. Hay tiendas de ropa, claro que sí, pero están dedicadas a marcas. Consumir productos locales, productos ecológicos o de comercio justo, productos reutilizados y reciclados es, sin duda, la mejor opción. Si hablamos de ropa, nos queda la ropa de segunda mano.
Recomiendan pedir información. Pero, seamos serios, esto solo lo hacen cuatro locos. A los demás nos da vergüenza: ya me gustaría a mí tener esa capacidad para acribillar a los dependientes de las tiendas sobre dónde demonios se hace su ropa y bajo qué condiones. Lo que sí podemos tener en cuenta es comprar productos de la mayor calidad posible. Y duraderos. Esto implica, en cuestión de moda, tender a lo clásico. Lo clásico no le gusta a todo el mundo. En esto, como en todo, hay que elegir. Y, si lo compras, haz el favor de cuidarlo bien. Así te durará más, tu economía te lo agradecerá y tu armario también. Cuando lo vayas a tirar, dónalo a un lugar donde le sigan dando uso: una parroquia, una ONG.
Sí que hay materias primas más sostenibles. Existe algodón certificado como ecológico o de agricultura integrada. Si tiene colorines, no es ecológico: el ecológico se produce en sus colores naturales: crudo, verde y marrón. También podemos comprar fibras naturales con bajo impacto ambiental, como el cáñamo, el bambú y la ortiga. Existen otras fibras naturales, como la lana, la seda y el lino. Sobre lana y seda, no procede hablar mucho, porque se extraen de animales y este es un blog más o menos vegano aunque su dueña no lo sea. El lino se obtiene de una planta. Tiene un inconveniente: se arruga. Se arruga mucho. Pero bueno, es tan bonito…
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